Se que habrá gente que piense que llorar la pérdida de un gato, o de un perro, es exagerado. Supongo que jamás ha mirado a los ojos a uno de estos animales, o personitas, como yo les llamo, mientras les hablaban, como yo hago, en modo Doctor Doolittle. En realidad, me da igual lo que piensen porque lo que yo pienso es que si piensan así, eso que se pierden. Que vida más triste la vivida sin saber lo que es querer a una personita y que esa personita te quiera
Os voy a contar la historia de mis personitas.
Siempre he querido a los animales, esos seres que comparten este mundo con nosotros, los humanos, la especie más invasiva y tóxica que puebla la tierra. Pero no tuve perro hasta que nos cambiamos a una casa individual, hace 14 años. Primero fue Foxy, adoptada de La Madrileña, una perrita preciosa, cariñosa, juguetona, zalameras, un poco trasto, tragona y mil cosas maravillosas más. Foxy murió de forma repentina, de un día para otro. En menos de 24 horas pasó de estar bien a morir por una hemorragia interna fruto de un cáncer de hígado. Murió sin sufrir, entre nosotros, en casa.

Poco tiempo después de adoptar a Foxy adoptamos a Golfo, un perro precioso, a quien unos canallas, borrachos, humanos, ¿como yo?, le habían dado una paliza. Por divertirse, los muy cobardes. Golfo estuvo mucho tiempo con traumas, si le tocabas, acariciándole, en la parte de atrás, saltaba y trataba de morderte. Golfo era un locatis, atolondrado, y tragón. Con el tiempo se le pasó pero durante mucho tiempo también se ponía muy nervioso cuando iba en coche y parabas. Supongo que algún canalla le abandonó. Golfo y Foxy hicieron muy buena migas. Golfo sobrevivió a Foxy, que murió con apenas 7 años. Golfo, que era igualmente precioso y muy cariñoso se quedó sordo primero, y luego ciego, y murió con 10 años apenas y lo pasó muy mal los últimos meses, desorientado primero, y luego ya con dolores que se suponía eran de algún cáncer que no tuvo solución.

Cuando murió Foxy quedamos en shock. ¿Cómo era posible que esa perrita dulce que el domingo a medio día estuviera jugando y pidiendo comida por la tarde vomitara sangre, amaneciera el lunes en un charco de sangre y muriera esa misma noche?
Unos dos meses después adoptamos a Dora. Una perrita dulce y buena que, nos dijeron, llevaba 5 años en un refugio sin que nadie se interesara por ella. Una personita tan buena como ella necesitaba unas personas que la cuidasen. Y hasta hoy. Me sigue por todas partes y ahora mismo la tengo al lado mientras escribo esto a bocajarro (Darcy también está aquí al lado) Dora es más buena que el pan, aunque le gusta (y a mi no me gusta) ponerse macarra cuando se cruza con otros perros. Cosas de personitas con sentido territorial. Lo primero que hizo Dora al llegar a casa tras un largo viaje desde Andalucía fue cagarse. Literalmente, se cagó en medio del salón. Pobrecita. Sería para marcar. A Dora le gustan mucho también las tortas de Inés Rosales (como a Rey) y que le corte melón, que devora, peras, manzanas, y por supuesto, jamón, que de tonta no tiene ni un pelo. Dora es más buena que el pan, y también me pongo a soltarle el rollo hablándola y explicándole cosas en modo mansplaining, y ella me mira diciéndome que me entiende. No puedo explicarme como una personita tan maravillosa estuvo 5 años en un refugio sin que nadie quisiera adoptarla.

Foxy llegó a conocer a Ulises ( y a Rey), nuestro prime gato que, siendo apenas un cachorrito, pidió ayuda en la calle a mi mujer y a mi hija. Ulises estaba muy mal. Tenía leucemia felina y estuvo en tratamiento bastante tiempo. Y de repente, se le quitó. Ulises es un gato precioso (que novedad) muy bueno y cariñoso, que no quita para que el día que llegó a casa le diese un zarpazo a Foxy que, curiosa, se acercó a olisquear a aquel animalito asustado.

Rey llegó el 28 de diciembre de 2019 y como en los cuentos, se me apareció un ser increíble. Había yo ido a sacar la basura después de comer y hacía un sol tibi o propio de esas fechas. De repente, al volver a casa (los contenedores estaban entonces como a 800 metros de casa) me sale de un bosquecillo muy espeso un gatito cachorro naranja que se me enredaba entre mis piernas. Yo le cogí, y se fue, pero volvió y le volvía a coger, y ya no se fue. Ese era Rey, desde el primer día el Rey del Mambo, Rey Ezuelo, como yo le llamaba por la forma en la que muy dulcemente nos sojuzgaba. EN realidad le iba a haber llamado Jonesy, com el gato de la Nostromo en Alien, pero acabó con Rey porque ese día se cumplian 3 años de la muerte de Debbie Reynolds. Simpático hasta decir basta, cariñoso, curioso, trasto hasta el infinito y más allá, tragón de las cosas que tu comías, que de las suyas no tanto, curioso hasta donde no se puede nadie imaginar. Mi amigo, mi ayudante, a quien yo hablaba (les hablo a todos) y él me escuchaba, que yo lo se, que compartía conmigo todos los momentos imaginables, escribir, editar en Avid, ver películas, en fin, todo. Le gustaba que le diera pan, por supuesto jamón, y le gustaban mucho las galletas y las tortas de aceite Inés Rosales. Era oír que cogía una y quitaba el papel y venía corriendo maullando para que le diera un trocito. Luego tenía que comérmela a escondidas para que no me pidiera más. Rey era asiduo a meterse en medio de los zoom y cualquier videoconferencia durante la pandemia. Rey era un crack con una energía deslumbrante. Una vez me dejé la ventana de la buhardilla abierta por la noche y se fue por ahí. Apareció en la puerta de casa maullando a eso de las 6 de la mañana y al abrirle sorprendidos entró corriendo en casa, pero cojeando. Había saltado y se había roto un metacarpio de la patita derecha. Estuvo un mes largo sufriendo una férula que se quitaba una y otra vez y encerrado en una jaula grande que comprarmos para la ocasión. Pero se curó. Y de repente, un bichito con tanta energía, murió de repente, de muerte súbita. El pasado viernes estaba tan bien como siempre, y el sábado amaneció muerto, menudo shock. Rey es el protagonista de mi Rey Ezuelo Films.

Pero vuelvo atrás. Desde 2019 veíamos de forma recurrente en el campo, bastante lejos de la urbanización, a un gatito blanco que empezó a venir a casa a comer la comida que le poníamos. Muchos días también se quedaba a dormir en los sitios que le habíamos preparado. Invierno y verano, y en mi casa en invierno hace mucho mucho frio. Cuando comía le mirábamos por la ventana y le hacía fotos, o videos, que empecé a poner en Twitter o Instagram (esto que puede ser irrelevante, tiene su importancia probatoria). Pasaba el tiempo y Bowie, pues así le llamábamos por tener un ojo de cada color, seguía siendo muy esquivo. Cada vez que salíamos si estaba comiendo, salía corriendo. No había forma de acercarse. Lejos de casa en medio del campo también lo intente alguna vez y no había manera. Cuando Filomena desapareció, y pensábamos que habría muerto. Pero pasada una semana volvió a aparecer (hay post míos en twitter que lo atestiguan) y nos pusimos muy contentos. Pero aún tuvo que pasar otro año ara que un 5 de mayo se obrase el milagro. No se fue cuando mi mujer salió y él estaba comiendo, y entró el solo en casa. Sucio, muy delgado, le llevamos al veterinario. Tenia un chip sin registrar. No había carteles ni denuncias de desaparición. No estaba registrado en el RIAC. Estuvimos una semana esperando por si, a pesar de todo lo que sabíamos de cómo vivía, tenía algún dueño. Esperamos una semana a pesar de que la ley establece un plazo de 72 horas desde que encuentras un animal sin registrar para poderlo registrar a tu nombre. Tener un animal y no tenerlo registrado es un delito, por cierto. En el veterinario le desparasitaron y a la semana le adoptamos legalmente registrándole en el RIAC. Desde entonces nos hemos gastado en el veterinario de Bowie unos 2400 €. Tiene asma, tose y vomita periódicamente, probablemente por haber vivido en la intemperie, por lo que hay que darle aerosoles, como a algunas personas. Bowie se acostumbró muy pronto a tener su camita y su comida dentro de casa con Ulises y Rey (aunque Rey y él a veces se peleaban). Pasado un año y medio, el 14 de septiembre de 2023, voy paseando con Dora por el campo y veo a unos vecinos, Linda y Javi, que paseaban con sus perritos siempre y con sus gatos sueltos que a mi me fascinaba, al ver que estaba con ellos otro gatito que llevaba un tiempo merodeando con la cola herida, y al que también le poníamos comida en casa, les comento la historia de Bowie y me dicen que ese gato era de otros vecinos y que si me importaba que les diera mi teléfono para saber que el gato estaba bien. Y yo, como no tengo nada que ocultar les digo que por supuesto. Aquello dio lugar aun episodio propio de una película de mafiosos (podría dar detalles y lo entenderíais) y a ser demandados por robo de un gato que no estaba registrado, que no estaba vacunado, que vivía en la calle y que llevaba años comiendo en mi casa. Aún estamos en ello, y yo estoy deseando que haya juicio para poder llamar mentirosos a la cara a esta gente. Y a algún miserable cómplice. Todo se andará. Esa gente, pero no gente en el sentido que usaba esa palabra Dersu, acreditó un gasto en veterinario durante los supuestos 6 años que “le tenían” de 30 €.

Y ahora voy con Darcy, Darsita, la niña, la pequeña, la negrita, la gordita (como como una lima a pesar de que le racionamos la comida). Darcy es tímida y asustadiza. Y preciosa por supuesto. A Darcy la adoptados cuando tenía unos pocos meses y ahora mismo la tengo a mi lado tumbada bajo un rayo de sol que la calienta. Darcy es un amor. Darcy es guapísima. Tiene unos ojos que parecen de dibujo animado. Cuando Darcy vino a casa, Ulises se cogió una depresión enorme. Dejó de comer, de beber y ni se movía. Tuvimos que llevarle al hospital y nos dijeron que si no comía en un par de días se moría. Le llevamos a casa y le dimos de comer con jeringa. Obligado. pero a los dos días se había recuperado. Pobrecito Ulises, es muy sensible.

Pues esa es la historia de mis personitas. Me acuerdo absolutamente todos los días de los que ya no están. De Foxy, cuando voy con Dora por donde iba con ella, haciéndome jugar con ella en el jardín o en casa con una pelota y dándome con el hocico para que le diera comida (hasta el último día de su vida). De Golfo que siempre quería comerse la comida de los gatos y que era un animalito herido más bueno que el pan. Y de Rey, que me ha hecho muy feliz con sus trastadas y su mirada con esos ojitos de miel. Yo le llamaba churrito, porque, además, le gustaban los churros.
Mientras yo tenga fuerzas y sitio en mi casa viviré rodeado de personitas como estas. Porque yo, como decía la canción de Roberto Carlos, “quisiera ser civilizado como los animales”. Y una cosa os aseguro: Bowie vivirá cuidado por nosotros. Me cueste lo que me cueste.

Animales de Schrödinger y dónde encontrarlos.
O cómo el hecho de fijar nuestra mirada en algo/alguien determina quién es y su futuro inmediato… Cosas de la vida, la física y de buenas personitas que hacen creer que un mundo mejor es posible.
«You, a universe of atoms, an atom in the universe»
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