Más habitualmente de lo que quisiera echo de menos escribir desatado, o sea, sin restricciones de tiempo, sobre las películas.
El trabajo en televisión es fascinante, pero muy restrictivo también. El tiempo es oro, y apenas escribes un texto de 4 minutos leído y aquello se convierte en una cosa de 8 minutos. De modo que voy a intentar disciplinarme y desatarme por aquí.
Veo muchas películas, pero si he de ser sincero, hace años venia muchísimas más, y no había ni VOD ni DVD ni cosas de estas. También hace años esquiaba donde y como fuera, lloviendo, nevando, diluviando, a 20 bajo cero… Con el tiempo ya no vale todo. Ahora me gusta esquiar con sol y buena nieve. Para disfrutar, básicamente, si no, no merece la pena. Con la bicicleta lo mismo. He montado con 10 bajo cero, diluviando, o nevando. Me he calado hasta los huesos y no he sentido los pies y manos del frio. He andado por barro, por nieve y por hielo.
Y también a 40 grados. Ya no vale cualquier cosa. No merece la pena. Con el cine pasa lo mismo, por más que ahora veo y tengo que ver películas que no vería por gusto. A pesar de todo, me gusta pensar que puedo mantener el espíritu del aficionado enamorado del cine antes que el de alguien a quien pagan por hablar de las películas. Si solo fuera lo segundo, creo que no merecería la pena, y además es el camino más directo hacia el cinismo y la impostura.
Como no tengo restricciones aquí, me pregunto si me estoy andando por las ramas, y estoy aburriendo al personal. ¿A quién le importan esas batallitas? Tenéis razón: voy al grano, todo esto viene a cuento por haber quedado abrumado y conmocionado tras ver READY PLAYER ONE, la nueva película de Steven Spielberg. Si The Post me parece una de las mejores películas que he visto en el último año, pero también en los últimos años (y también otras de Spielberg), me pregunto cómo ha sido capaz de hacer esta película casi (puedo suponer) al mismo tiempo.
No he leído el libro que ha dado lugar al guión, y por consiguiente a esta película fascinante como pocas. No soy tan cool. No leo actualmente la cantidad que leía en su día (en mis días) y entre mis previsiones no figura el libro de Ernst Cline. Pero antes de la película, en un pase especial para privilegiados como yo (aunque algunos no se dan cuenta), nos pusieron una intro en la que el buen señor nos decía desde la pantalla a los presentes, que su vida no hubiera sido la misma sin Steven Spielberg, y que quiso escribir un libro donde toda esa herencia emocional quedara reflejada. Como no he leído el libro, no puedo decir que hay y que no hay de él en la película, pero, francamente, como diría Rhett Butler, I don´t give a damn, o lo que es lo mismo: me importa un bledo.
Me importa poco porque lo pasé estupendamente en las 2 horas y 20 minutos que dura READY PLAYER ONE. Desde que la vi no he podido dejar de pensar en la película. Y desde luego la voy a volver a ver algunas veces más. Creo que desde EL SUBMARINO AMARILLO no había visto una película que fuera un homenaje tan abrumador a la cultura pop. Como ha pasado medio siglo desde el cartoon de Los Beatles, y el punto de partida es distinto, el resultado no es el mismo, pero es igualmente brillante y efectivo. Y por hacer un spoiler emocional, ambas películas comparten un homenaje. Dicho eso, solo queda decir que ambas suponen un antes y un después.
Sigo con READY PLAYER ONE. Voy a tratar de contar de que va sin desvelar nada que irrite a quienes no la hayan visto y ansíen verla limpios de inputs ajenos. En un mundo asqueroso, en el año 2045, la gente normal, o sea, nosotros, viven una basura de vida, hacinados en bloques, un eufemismo urbanístico y social. Esa gente normal cuya vida es igualmente una basura, tiene una única vía de escape: Oasis. Un universo tan perfecto como infinito de realidad virtual, sin duda mucho mejor que el real, creado por James Donovan Halliday, un visionario enamorado de la cultura pop de los años 80, por centrarlo de forma genérica. Excelente, por cierto, de nuevo, ese actor que parece huir de cualquier cosa que le identifique como una estrella: Mark Rylance.
Cierto. Matrix nos viene a la cabeza de inmediato, pero si en esta estar en Matrix no era algo que elegíamos, en READY PLAYER ONE, lo eliges voluntariamente. A fin de cuentas, la elección está clara. SI tienes que pasar un día tras otro en ese mundo, más vale divertirse y evadirse.
Bajo esa premisa, entrar y salir de ese Oasis /Matrix, todo un universo de referencias a videojuegos, a películas, y a músicas. Si en el cine siempre ha sido algo relativamente habitual hacer guiños a otras películas, READY PLAYER ONE es el guiño de los guiños. Y también, probablemente, un autoguiño. Pero la diferencia con otras películas previas es que los guiños (los homenajes, las referencias) no son un fin en si mismo, sino un medio. La referencia forma parte de la trama, tejiendo una red tupida de ellas que se retroalimentan y nos bombardean para fascinarnos. No me cansan en ningún momento, y si algo me perturba es pensar si me he perdido algo por mi propia ignorancia de esa cultura pop de los 80 (y más allá) que alimenta la película.
Creo además, que READY PLAYER ONE tiene el mayor homenaje de la historia del cine de una película a otra película (y a su director) que es (perdón) EL RESPLANDOR. No entro en detalles. Pero ver desfilar por la pantalla, siendo parte de la historia, al Delorean de Regreso al Futuro, o al TRex de Parque Jurásico, pero también a Bitelchús (Beetlejuice, perdón) o la evocación disco de Fiebre del sábado noche (entre otras decenas y decenas) es, sencillamente, GLORIOSA.
Y todo ello en una película que tiene introducción, nudo y desenlace, como toda historia que se precie, que en realidad no deja de ser un juguete gigante en manos de un niño de más de 70 años que es un genio, y que es un homenaje de Spielberg a todo un universo que le debe mucho a él, pero en el que él mismo decide esconderse tras otros iconos. Pienso que en realidad READY PLAYE ONE es una versión 5.0 de Los Goonies: una panda de chavales viviendo una aventura extraordinaria.
Podría seguir detallando guiños, metaguiños y guiños sobre guiños, pero mejor descubrirlos por uno mismo. Es una película de Steven Spielberg, de las mejores, y su reencuentro con el cine de “evasión”, pero al mismo tiempo de autor (a ver quién es capaz de igualarle) . Todo su universo está ahí. Un chaval con una situación familiar complicada. Un grupo de amigos que unen sus esfuerzos por una causa mayor. Los buenos, y los malos, claro, que haberlos haylos. Básicamente la codicia y el no tener corazón en un mundo en el que el dinero lo quiere ser todo, y en el que la tentación de huir de la realidad es aún más perentoria de la que aquí y ahora sentimos muchas veces.
Spielberg ha demostrado en los últimos tiempos (ya unos cuantos años de hecho) ser un humanista y un moralista, en el mejor sentido de la palabra. No se trata de decirnos en plan Pepito Grillo lo que está bien y lo que está mal, pero si de enseñarnos que hay cosas que están bien y otras que están mal, ya sea publicar la verdad en contra de los intereses de un Gobierno, o hacer de este mundo un lugar mejor, aunque sea a través de los recursos mágicos que nos ofrece un universo de realidad virtual.
Ah, por cierto, la moto de Akira también está en esta película. Y el Gigante de Hierro. Y el Cubo de Zemekis, y el Batmovil de la serie de TV… Y estupendos esos dos protagonistas, Tye Sheridan, a quien vimos en la excelente “Mud” y Olivia Cooke, a quien vimos en la igualmente excelente “Me & earl & The Dying Girl”.
He dicho.
En Torrespaña, Madrid a 22 de Marzo de 2018.
(To be continued)
@Gerardo_DDC
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