Terry Gilliam: Un Quijote de Minnesota

Llevabamos casi un cuarto de siglo oyendo hablar del proyecto de Terry Gilliam de llevar a la pantalla El Quijote, y sabiendo todo lo que había que saber sobre su quijotesco empeño tras su particular «Lost in La Mancha» , de la que dejaron crónica filmada en forma de documental Keith Fulton y Louis Pepe.

Aquello sucedía allá por el 2002, y el buen Jean Rochefort dio con sus huesos en las estrellas (en la prosaica forma de una hernia de disco primero), que finalmente, cuando nos dejó, fueron menos metafóricas de lo que el buen Terry Giliam hubiera querido.

Reportaje de @DiasDeCine sobre Lost In La Mancha y los Quijotes en el cine

Hace tiempo que ya no está entre nosotros Jean Rochefort, pero el espíritu de Don Quijote, su maravillosa locura, no escapa de Terry Gilliam, como él mismo reconoce. Bendito sea. Yo se lo agradezco. ¿Debo explicar que soy fan suyo de forma incondicional?

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Cuento esto porque hace unos pocos días pude ver en un pase privado “El hombre que mató a Don Quijote”, su plasmación final del Universo del Caballero de la Triste Figura tras años de quijotesco empecinamiento. Tras su naufragio en Los Monegros a comienzos del siglo XXI, debo agradecer a Tornasol y a Gerardo Herrero y a Mariela Besuievski, haber permitido que Terry Gilliam haya podido llevar finalmente a cabo su empeño. Ha merecido la pena. Ya he leído por ahí notas discordantes con lo que yo creo. Pero en su imperfección y desmesura (quijotesca) esta película es más perfecta y está más viva que otras miles que se antojan intrascendentes y sin alma.

Claro que nadie debería esperar que Terry Gilliam hiciera una adaptación ortodoxa del Quijote. En su visión hay más Quijotismo que en ninguna otra película que haya adaptado la novela de Cervantes, salvo, probablemente, el igualmente quijotesco empeño de Orson Welles.

Debo decir, empezando por el final, y contraviniendo de forma quijotesca lo que ha de ser el dogma de “introducción, nudo y desenlace”, que “El hombre que mató a Don Quijote” me fascinó. De principio a fin, como me fascinó “El imaginario del Doctor Parnassus”, “El Rey Pescador” o incluso “El teorema del Zero”. Yo sé que esto no ayuda, y que habrá quien salga corriendo antes de pensar siquiera en verla, pero yo soy muy quijotesco en mi ser. Yo aprendí a leer en el colegio con el Quijote desde los 3 años. Obviamente no me enteraba de nada, y lo abandoné… para retomarlo como se debe a la edad pertinente. Lo he leído varias veces, me parece divertidísimo y sobre todo un libro enormemente sabio. Algún día me gustaría hacer (siempre he soñado con ello) una película de su novela dentro de la novela que es «El curioso impertinente» que me parece lo más adaptable del Quijote, y plenamente actual como comedia de enredo.

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No quiero decir demasiado, más allá de la emoción que me causó ver la película. De momento. En “El hombre que mató a Don Quijote” vemos a un director de cine convertido en el particular (y a la fuerza) Sancho Panza de un Don Quijote que ni siquiera lo es. Y una locura maravillosa que se traspasa de Quijote en Quijote. Vemos a menesterosos, a gigantes y a molinos de viento. Y a Clavileño. Y a la sin par Dulcinea, o quizás sean dos sin pares Dulcineas. O quizás todas las mujeres a las que amamos son la sin par Dulcinea.

Vemos a un magnate ruso hortera de solemnidad y a un productor de cine marrulleando para hacer su película. Vemos a Rocinante, y vemos el Yelmo de Mambrino. También vemos a sin papeles musulmanes y a la Guardia Civil. Incluso a Els Comediants, y las caras de Jordi Mollá, Sergi López, Olga Kurilenko, Stellan Skarsgard, Adam Driver o un gran Jonathan Price, un Quijote 100% Quijote, aún hablando en inglés.

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Le decían en “Cyrano de Bergerac” al buen Cyrano, que si se empeñaba en luchar contra los molinos de viento podría acabar con sus huesos en el suelo, a lo que él contestaba “o en las estrellas”. Terry Gilliam es uno de los últimos y más puros Quijotes que existen en este mundo, demostrando lo que bien sabía Cervantes: que aquel lugar de cuyo nombre no quería acordarse, bien podría ser de La Mancha o de Minnesota.

Gracias amigo Terry Gilliam por tu bendita y Quijotesca locura.

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Y como se dice en la película para darle final, o casi… “Don Quijote, nunca morirá”

Continuará… cuando se estrene la película y se hayan asentado en mis neuronas las sensaciones de este primer visionado.

Ah, se me olvidaba: Terry Gilliam dedica «El hombre que mató a Don Quijote» a Jean Rochefort y a John Hurt. Más grande no se puede ser.

En un lugar de La Mancha, o de Minnesota, de cuyo nombre no quiero acordarme…

A 10 de Mayo de 2018 (y publicado hoy por cosas de embargos)

@Gerardo_DDC

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